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Hacer, no decir.

  • Foto del escritor: Taboo 3e
    Taboo 3e
  • 22 ene 2019
  • 2 Min. de lectura

Si bien muchas sociedades se enorgullecen, y con justa razón, de los logros

alcanzados y grandes avances realizados en el campo de la igualdad o acciones

que propicien el impulso de esta, debemos tomar en cuenta que todavía nos

queda camino por recorrer y trabajo por hacer.

¿Será imposible encontrar el respeto y la tolerancia con la diferencia? ¿Seremos

capaces de ir más allá de las palabras y empezar con acciones? Vivimos en una

sociedad que está acostumbrada a juzgar, y pero aún, hacer caso de los prejuicios que lo único que logran es degradarnos como humanidad. Adoptamos la postura de dar órdenes y ser los primeros en romperlas, dando dobles mensajes.

Es común tener una personalidad que nos diferencie de los demás pero suele

haber personas que manejan una doble personalidad que hacen que actúen de

acuerdo a su conveniencia o bienestar. Surge a partir de que la sociedad impone y transmite lo que es correcto, y de esta manera el hombre toma lo que le conviene para su beneficio propio.

Todos los seres humanos tenemos la libertad de elección, adquiriendo

experiencias de lo que catalogamos como “bueno” o “malo”. Desarrollando así, un poderoso guía interno llamado conciencia y al que resulta imposible evadir a la hora de juzgarnos a nosotros mismos. Cuando hablamos de la moral debería

existir una sola, entonces ¿por qué se habla de una doble moral?

La moral son las formas de comportamiento humano que normalmente utilizamos, a las cuales definimos como “costumbres”, refiriéndonos a la serie de acciones que observamos en un determinado grupo de personas, las cuales clasificamos como buenas o malas según sea el caso. Usualmente son comportamientos aprobados o rechazados por la sociedad y con base a ello se forman criterios caracterizados como morales o inmorales.

¿Cuántas veces has dicho o hecho algo que le dijiste a alguien que no hiciera? A

esto se le llama doble moral, siendo un criterio que se aplica rigurosamente a un

otro. En donde se vuelve injusto porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad, que es el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin distinción alguna.

Es muy común que esto suceda, tendemos a ser expertos en fijarnos y criticar lo

que los demás hacen o dicen, también lo que no. Nos encanta corregirnos unos a

otros son darnos cuenta de que en lugar de hacerlo podríamos empezar por

nosotros mismos. Hemos hecho de la doble moral una costumbre más, incluso la

realizamos sin darnos cuenta. Ésta existe en cualquier aspecto, desde político,

social y cultural, hasta económico, religioso e individual.

¿Qué pasaría si comenzáramos a ser quien realmente somos? Y más aún ¿Qué

sucedería si nos fijáramos en nosotros mismos antes que en los demás?


Redactores: Luis Guillermo Navarro

Editado y corregido: Michelle Hurtado

 
 
 

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