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La matanza que cambió a México

  • Foto del escritor: Taboo 3e
    Taboo 3e
  • 14 dic 2018
  • 2 Min. de lectura

Hace 50 años algo que empezó como un grito de libertad por parte de estudiantes

terminó como la masacre de la que ya todos hemos oído hablar, la matanza de

Tlatelolco.

Empecemos hablando objetivamente de los hechos, durante los 60 se vivía bajo el

gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, mismo que destacaba por ser autoritario y

represivo. Las varias intervenciones militares y policiacas en los planteles de la

UNAM comenzaron a generar descontento entre estudiantes y maestros. La

violencia excesiva hacia el alumnado y el cuerpo docente por parte de militares y

policías logro que la UNAM, el IPN y otras universidades del país se declararan en

huelga. El movimiento estudiantil pudo ser contenido hasta el 2 de octubre de

1968 cuando los estudiantes se reunieron en La Plaza de Las 3 Culturas en

Tlatelolco con el fin de hacer una marcha de protesta. Grupos militares rodearon el

sitio y cuando los estudiantes anunciaron que se cancelaría la marcha para no

generar más violencia se inició un tiroteo contra la multitud dejando a

aproximadamente entre 150 y 200 personas fallecidas y entre 1400 y 1800

arrestadas.

Al día siguiente en ningún medio de comunicación se habló de la masacre y el 12

de octubre, tan solo 10 días después de la matanza, se inauguraron las olimpiadas

como si nada hubiese pasado dejando a la gente con todavía más incertidumbre.

Está de más decir que lo que paso en el 68 fue inaudito, que fue una de las

tragedias más grandes en la historia de México, y el que hoy, después de 50 años,

no sepamos qué fue lo que sucedió en realidad es una barbaridad.

Pero, lo que me parece todavía más vituperable es que en pleno 2018 los

estudiantes tengan que exigir los mismos derechos después de 5 décadas y sigan

sin obtener respuesta de las autoridades.

Recordar lo que paso el 2 de octubre es también recordar lo que las autoridades

nos deben, una educación accesible para todos, una plantilla de maestros

completa y la libertad de manifestarnos y exigir nuestros derechos sin miedo a que

nos maten, nos agredan o nos desaparezcan.

Decir “dos de octubre no se olvida” es recordar a aquellos que buscaron libertad y

cambio y murieron por lo que creían correcto.


Autor: Juan Pablo Rubio

 
 
 

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