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Hambre y guerra

  • Foto del escritor: Taboo 3e
    Taboo 3e
  • 16 nov 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 28 nov 2018


“Nos acostumbramos a odiar tanto nuestro cuerpo, que no nos damos cuenta de la revolución que supone amarlo.” – Beatriz Esteban.

Cuando nos mencionan, escuchamos o pensamos en la palabra “guerra” inmediatamente lo asociamos con un enfrentamiento o revolución armada. En nuestra cabeza se plasma la imagen del caos, desastre, desacuerdo, problema, sentimientos guardados, sufrimiento o muertes. Pero nunca hemos llegado a relacionar o cuestionar si esta palabra puede ser usada o dirigida con uno

mismo.

En constante guerra y cuestionamiento interno vive una persona con un trastorno alimenticio. Una lucha y batalla que ocurre sin que nadie lo note, mostrando al exterior un cuerpo en deterioro, rasgos característicos y específicos que gritan que alguien acuda al rescate del combate.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades complejas de salud mental que pueden ser desarrolladas por cualquiera, sin importar edad, género o antecedentes. Surgen a partir de cuestiones emocionales, situaciones no trabajadas, medios de comunicación, sentimientos guardados y problemas personales. Llevando a la persona a tener hábitos irregulares de alimentación y una preocupación excesiva hacia la forma y el peso corporal; intentando obtener

control y alcanzar perfección en todo aquello que lo rodea. Así como el hecho de que existen factores predispuestos genéticamente a los trastornos, lo que significa que una persona que los tenga es mayormente vulnerable y propenso a desarrollarlo.

Los estudios muestran que la prevalencia de esta enfermedad ha aumentado progresivamente desde la década de 1950 en adelante. Mundialmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que actualmente, alrededor de 70 millones de personas padecen de algún trastorno de la

conducta alimentaria. Así como en México, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) estudió que los trastornos alimenticios aumentaron un 300% durante los últimos 20 años; mostrando en las estadísticas que se presentan con mayor frecuencia entre los 12 y 25 años, afectando 90% a

mujeres y 10% a hombres.

Cada trastorno es único, es distinto para toda persona que lo padece. Pues tiene que ver con uno mismo, desde como y la forma en la que empiezan, hasta los pensamientos, sentimientos, acciones y circunstancias de vida. Los tipos de TCA reconocidos por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) son: la anorexia, la bulimia, el trastorno por atracón y el trastorno de la conducta alimentaria no especificados.

Algunos de los síntomas, características específicas y conductas de estos tipos más presentados y reconocidos son en la anorexia, imagen corporal distorsionada, restricciones, ejercicio excesivo, perfeccionismo e intentos de suicidio; por otro lado en la bulimia, utilización inadecuada de laxantes y diuréticos, provocación de vómitos, cambios bruscos de humor, oscilación de peso y callosidad en los dedos; sumando que los trastornos de la conducta alimentaria no especificados tiene síntomas y características de ambos. Y, por último, pero no menos importante, los trastornos por atracón presentan sentimiento de pérdida del control, consumo de cantidades excesivas de

comida, realización de dietas sin éxito, sedentarismo y baja autoestima.

La detección precoz por parte del entorno familiar y social es fundamental para llevar a cabo un tratamiento temprano. Entre más temprano se diagnostique un trastorno alimenticio, mejores oportunidades existen de recuperación, están diseñados de acuerdo con las necesidades individuales, proporcionando atención médica y psicoterapéutica, terapia familiar, individual y grupal, psiquiátrica, internamiento, endocrinólogo y nutricional.

The Eating Disorders Foundation afirma que el 30% de los pacientes sufren recaídas antes de lograr la recuperación, 20% cumple con el criterio de diagnóstico completo y el 50% alcanza la recuperación total después de cinco o diez años.

Instituciones mundiales de la salud, así como las especializadas en trastornos de la conducta alimentaria han comenzado a fomentar un cambio en la sociedad. Integrando talleres de nutrición y bienestar personal, así como la sugerencia de acompañamiento y asistencia terapéutica para llevar una vida balanceada sana y equilibrada en todo ámbito. También se están proponiendo campañas

y manifestaciones pacíficas en cuanto a los medios de comunicación y publicidad, el número de las tallas y productos reductores, diuréticos o laxantes.

El estudio adecuado de estas enfermedades, como de cualquier otras nos ayudarían a prevenir, controlar, diagnosticar y ayudar de manera adecuada. Los trastornos alimenticios son una enfermedad seria, importante y real, no un estilo de vida por elección.

Considero que deberíamos comenzar por nosotros mismos. Veamos a través de nuestros ojos como espejos, dejando de lado los juicios y prejuicios, estereotipos, evaluaciones, miedos, perfeccionismo, exigencias, intolerancias y comparaciones. Cambiemos nuestras perspectivas como sociedad, soñemos en alto.

Las guerras se terminan en el momento en el que comprendes que no hay batalla, tomando la mano de alguien para salir adelante. No tenemos que caminar solos.

Somos gente real, que necesita posibles, no imposibles.


“Una persona no es bella por el marco de su cuerpo, si no por la arquitectura de su alma”. -

Anónimo


Escrito por Michelle Hurtado

 
 
 

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